La Red Italiana de Economía Solidaria (RIES) ha estado trabajando junto con cientos de organizaciones y movimientos de la sociedad civil, en un plan alternativo «para salir de la economía de las ganancias y construir la sociedad del cuidado» que dio lugar a la propuesta «Recovery PlanET», presentada el 10 de abril de 2021. Más de 1500 personas han participado en este gran trabajo colectivo, comprometidas durante semanas en trece mesas temáticas y en un gran grupo de mujeres sobre el enfoque de género. El documento está disponible aquí [https://bit.ly/3rqxady] en italiano.

Cada día que pasa, las connotaciones europeas y nacionales de la Próxima Generación de la UE (el conjunto de fondos -préstamos y transferencias, con las correspondientes condicionalidades- que la Comisión Europea pondrá a disposición para hacer frente a la profunda crisis económica, social y sanitaria, puesta de manifiesto por la pandemia) son cada vez más claras.

Hablemos del futuro, porque, al igual que el carguero «Evergreen» en el Canal de Suez, la UE de Nueva Generación ha encallado mientras tanto en el recurso presentado ante el Tribunal Constitucional alemán, que, aunque probablemente será rechazado, supondrá un retraso de más de tres meses en la llegada del barco cargado de miles de millones.

La transición ecológica es la ideología que la impulsa, el repintado verde es la realidad que la sustenta.

En 2018, la Comisión Europea había puesto en marcha el «Plan de acción sobre finanzas sostenibles», un conjunto de normas para definir lo que significa una inversión financiera ecológicamente sostenible, elaborando una clasificación de actividades económicas, que entrará en funcionamiento a partir del 1 de enero de 2022.

Según esta primera lista, serían sostenibles las inversiones relacionadas con el gas como fuente de energía a pesar de los efectos de cambio climático, la bioenergía producida por la quema de árboles, las centrales hidroeléctricas a pesar de los daños a la biodiversidad, e incluso el plástico, si se produce con procesos de reciclaje químico con estándares mínimos de emisión.

Es noticia de estos días, el Centro Común de Investigación, el brazo científico de la Comisión Europea, se prepara para despejar como inversión verde también la financiación de la energía nuclear, respecto a la cual «los análisis no han revelado ninguna evidencia científica de que cause más daño a la salud humana o al medio ambiente que otras tecnologías de producción de electricidad», mientras que «el almacenamiento de los residuos nucleares en formaciones geológicas profundas es apropiado y seguro».

Si a este marco europeo le añadimos la declinación italiana, hecha de apoyo total a todas las grandes obras de infraestructura, oposición a eliminar los subsidios ambientalmente nocivos relacionados con los combustibles fósiles, uso de fondos para nuevos sistemas de armas «verdes» (¡!), el cuadro es claro: no estamos en presencia de ninguna reconversión ecológica y social, sino de un repintado verde de un modelo regido por la tríada crecimiento-competencia-competitividad y destinado a profundizar la depredación de los recursos naturales y la desigualdad social.

Pero hay quienes dicen que no: desde hace varios meses, más de 360 asociaciones y movimientos y más de 1500 activistas individuales han iniciado un camino de convergencia para salir de la economía de las ganancias y construir la sociedad de los cuidados y, tras un intenso trabajo de encuentros temáticos, han elaborado un «Recovery PlanET«, un plan alternativo de propuestas para oponer el ‘cuidar’ a la depredación, la cooperación solidaria a la soledad competitiva, el ‘nosotros’ de la igualdad y las diferencias al ‘yo’ de la dominación y la homologación.

No queremos ningún Plan de Recuperación que reproduzca la economía destructiva existente, sino que reclamamos un Plan de Recuperación para construir una sociedad alternativa.

*Marco Bersani, Attac Italia y Cadtm Italia

(extraído de un artículo publicado en «il manifesto» del 3.04.202)