No somos la primera ni la última generación de jóvenes que tenemos que explicar que el mundo en el que vivimos nos importa, que nos importa nuestra comunidad, nuestro futuro. A pesar de la estigmatización a la que se enfrenta la juventud en nuestras sociedades, –incrementada durante la pandemia de la COVID 19–, no nos cansaremos de repetir que queremos construir un mundo mejor, que queremos estar al frente ayudando a que nuestros mayores no se queden sin hogar y sin trabajo y que participaremos de todos los movimientos que defiendan nuestros derechos y los de un mundo más justo e igualitario.

Por eso, el grupo de trabajo de juventud de RIPESS EUROPE conformado por personas de diferentes redes, aboga por la construcción de nuevos espacios liderados y diseñados por y para jóvenes, en los que se ponga en valor el rol de las nuevas generaciones y la importancia de acercarse a movimientos como la Economía Social y Solidaria.

Una de las líneas estratégicas de este grupo es sensibilizar sobre las Finanzas éticas y crear una campaña de activismo que pueda reivindicar la importancia del comercio justo, la banca ética, las monedas locales y, en general, la idea de dirigir nuestro dinero y nuestros ahorros a proyectos o formas de consumo que pongan en el centro la vida y el medio ambiente.

Se parte de la idea de que las finanzas éticas son muy distintas de las finanzas especulativas convencionales, empezando porque permiten conservar y aumentar el valor económico del ahorro en el tiempo y agregar una serie de valores, como el respeto del medio ambiente, la lucha contra el cambio climático, el derecho a la vivienda, la inclusión de las personas y de las organizaciones tradicionalmente excluidas de los circuitos financieros habituales etc.

El sistema económico actual es el responsable de los aumentos de desigualdad y exclusión social, y perpetúa la pobreza, discriminación y explotación, principalmente entre las mujeres del Sur Global. En este escenario, las finanzas tradicionales se dedican a realizar actividades e inversiones especulativas en ámbitos que vulneran los derechos humanos y la justicia social y ambiental. De hecho, tal y como muestra la campaña Banca Armada, la banca convencional es una gran aliada de la industria armamentística y militar: “Las empresas de armamento necesitan los servicios bancarios, tanto para efectuar sus operaciones comerciales corrientes, como para conseguir fondos extraordinarios que les permitan emprender el desarrollo de nuevas armas, exportar a nuevos mercados y, en definitiva, mantener su pujanza competitiva en un sector eminentemente privado”. 

Además, los bancos convencionales especulan con bienes básicos como la alimentación, la vivienda y la energía. Sin embargo, las finanzas éticas promueven las energías renovables, la agroecología, la vivienda digna, la educación o el desarrollo comunitario. En este sentido, se puede decir que solamente financian proyectos de economía real, aquellos basados en valores como la transparencia, la ayuda mutua, la participación activa y democrática, la cooperación, la igualdad…en definitiva, los valores de la Economía Social y Solidaria.

Por otro lado, el sistema financiero formal, excluye del acceso al dinero a muchos colectivos, especialmente a las mujeres, pues la brecha salarial, y el hecho de que tengan trabajos no reconocidos por el modelo económico actual, hace que tengan menos posibilidades de acceder, por ejemplo, a un préstamo. Sin duda, esto limita su autonomía económica, y sus derechos financieros, excluyendo a las mujeres del acceso a bienes básicos como puede ser la vivienda. Además, esta discriminación aumenta según tu clase social, tu etnia, tu religión y tu edad; los y las jóvenes también se ven excluidas del sistema financiero tradicional.

El grupo de trabajo de juventud RIPESS EU entiende las finanzas éticas como una herramienta para empoderarse y como un punto de partida para crear alianzas entre diferentes grupos de jóvenes que quieran actuar en el ámbito de la justicia económica. En definitiva, como una forma para empezar a construir alternativas ante un modelo económico que precariza, especialmente, a las más jóvenes.