Por Josette Combes
El Manual sobre la Otra Economía se encuentra en su segunda edición. Dirigido por Eric Dacheux y Daniel Goujon, debe ser puesto en manos de todos, ante todo de los estudiantes de máster, para quienes será una fuente abundante de referencias, definiciones, recordatorios históricos, perspectivas y propuestas teóricas. Pero lo que es aún más importante, es un trabajo de divulgación en el noble sentido del término, que ofrece la oportunidad, ahora que el término economía solidaria circula en todas las direcciones – a menudo desgraciadamente en sentido contrario – de que cada ciudadano se familiarice con esta economía, sus fundamentos y su potencial, de modo que se desarrolle más allá del círculo limitado (aunque en expansión) de sus practicantes.
Comenzaremos esta revisión – en forma un poco inusual -con la última frase del libro: “la economía solidaria nos invita ahora a liberarnos de las cadenas económicas que aún obstaculizan nuestra libertad y a ocupar plenamente nuestro lugar: actor y ya no víctima económica”. (212)
¿Cómo puede lograrse este milagro? Estableciendo una democracia deliberativa a través de la implementación de espacios públicos locales donde se debaten las decisiones económicas, no sólo de los agentes económicos “obedeciendo la ley del mercado”, sino de un conjunto mucho más complejo que incluye al consumidor al que se destina la producción, sin olvidar (lo que ocurre con demasiada frecuencia) a la naturaleza de la que se extraen los materiales, el aire y el agua, que están sujetos a artefactos potencialmente nocivos pero también a la cohesión social afectada por los efectos del sistema.
En primer lugar, el libro aborda esta cuestión esencial: ¿qué es la economía y, en particular, qué es la economía solidaria?
Los autores empiezan subrayando que la economía solidaria es una ciencia social y que sólo puede ser abordada a través de un enfoque multidisciplinar y no sólo a través del prisma matemático que aprecian los partidarios de la economía ortodoxa, que mide esencialmente los flujos financieros y evalúa la rentabilidad únicamente en términos de beneficio. Sin embargo, como bien señalan Dacheux y Goujon, la economía no se reduce a la confrontación de la oferta y la demanda, sino que hay toda una economía que está por debajo del radar del PIB y que, sin embargo, permite a una sociedad continuar o incluso constituye la base como Braudel la define. Su demostración revisa el enfoque micro (escasez) y el enfoque macro (dinero) y una serie de teorías económicas En general, los sistemas se sitúan entre dos polos: la organización liberal, en la que “sólo entran en un ciclo económico los bienes que tienen demanda que permitan contratar un factor trabajo con superávit, lo cual es necesario para la remuneración del capital empleado” (70); y “la organización estatal, en la que el poder toma todas las decisiones económicas de forma intervencionista y autoritaria” (70). Sin embargo, hay muchos otros recursos además de los económicos -recursos sociales, recursos culturales, recursos naturales- que no están sujetos a la producción y a la medición monetaria” (71). La economía solidaria constituye un tercer polo que promueve un reequilibrio de las políticas públicas, con la sociedad civil desarrollando propuestas e invitando a los líderes políticos a apoyarlos en sus logros. Esta dimensión democrática se articula con una dimensión simbólica (solidaridad, vinculación sin compromiso) y una limitación si no la supresión del uso especulativo de la moneda. La economía solidaria busca una tercera vía entre el “individualismo metodológico que niega las obligaciones sociales y el holismo que niega el margen de maniobra individual”: se trata de constituir recursos relacionales que permitan la emergencia de una inteligencia colectiva orientada hacia la realización del bien común….
La economía solidaria, una solución a la crisis democrática.
Para comenzar su segunda parte, los autores postulan que la democracia está en crisis, los sistemas que año tras año permitieron la cohesión social ya no corresponden a las realidades de la época, particularmente después de más de 40 años de desregulación liberal. Para analizar el propio término “democracia”, es necesario basarse en una noción recientemente introducida en la reflexión política, (aunque su aparición haya nacido en la Ilustración, en particular con Kant) la de “espacio público” según el término de Habermas (85). Una sociedad se construye en la combinación y/o confrontación de tres órdenes que forman su fundamento: el político, el económico y el simbólico. La democracia no es un hecho inmutable, sino un “propósito” en evolución. Si la economía solidaria reivindica su dimensión democrática, debe articular los tres órdenes sin que uno de ellos domine a riesgo de un desequilibrio, el que sufren las sociedades actuales precisamente por hipertrofia de la economía en detrimento de las otras dos dimensiones. Dado que el orden político es el lugar donde se construye la norma, la existencia de un espacio público de deliberación puede generar poder comunicativo para influir en la organización social. Este espacio caracterizado por “horizontes abiertos, porosos y móviles” es el lugar potencial para la reflexión colectiva orientada hacia el bien público, un lugar donde se encarnan las subjetividades y se llevan a cabo sutiles negociaciones entre los actores de un territorio circunscrito. Es, pues, “el lugar donde se legitima lo político, el fundamento de la comunidad política y el lugar donde se realiza”. (92).
El papel de la economía solidaria en la vitalidad del espacio público es esencial. Los ciudadanos, actores de la innovación social y económica, solicitan a sus interlocutores políticos que cambien las configuraciones de la toma de decisiones, su composición (participación ciudadana), sus orientaciones (modificación de las opciones económicas) y su cultura (inversión de propuestas de abajo hacia arriba en una ruptura con la cultura de la verticalidad sobresaliente). Aquí encontraremos muchos ejemplos de redes que actúan en esta dirección, así como las diversas variaciones que esto conlleva….
La economía solidaria, una utopía en acción
Si la ley por sí sola no es suficiente para mantener la convivencia,(104) el cemento que une a una comunidad se basa en gran medida en su adhesión a los universos simbólicos, un papel que desempeña la religión en la mayoría de las sociedades. Por otra parte, en las sociedades secularizadas, los registros del simbolismo han evolucionado y son multiformes (arte, cultura, ciencia, mitologías) y se podrían añadir los modos en el sentido de Barthes. En cuanto a la utopía, adolece de un déficit de crédito debido al fracaso de los intentos anteriores de renovación de las sociedades (socialismos diversos y variados) o a la inaccesibilidad de sus elucubraciones.
Sin embargo, su propia función es resistir a las ideologías y mitologías establecidas, no derrotarlas, sino superarlas demostrando la obsolescencia de ciertos paradigmas y sustituirlos por otros nuevos, que de hecho son el resultado de una nueva racionalidad. La economía solidaria “es un proyecto de profundización de la democracia para desarrollar la participación en la sociedad civil, para implicar a lxs ciudadanxs en la toma de decisiones dentro del sistema político y para extender la democracia dentro del propio sistema económico” (…) Una utopía, un proyecto social, que hace del debate democrático la piedra angular de la convivencia…. (113). No se trata de derribar un sistema y sustituirlo por otro nuevo, del que se debería inventar todo, sino de hacer que evolucione mediante la implicación de lxs ciudadanxs en la decisión política y económica de la que están excluidxs en el sistema actual…. Esto significa que la economía solidaria es acusada por los extremistas de ser tibia y por los tibios de ser extremista (115).
¿Es la economía solidaria economía real?
El análisis de Dacheux y Goujon utiliza los conceptos de circuitos económicos (una triangulación entre producción, ingresos y gastos). Destacan el debilitamiento del poder de los trabajadores y de los sindicatos frente a las perturbaciones provocadas por la globalización y la competencia entre los territorios y entre los seres humanos, y revisan las diferentes teorías de la justicia, en particular la de Rawls (123, 124). Para la economía solidaria, se trata de salir de la bipolarización del liberalismo versus el keynesianismo, ya sea rompiendo con estas lógicas (alternativas) o mitigando sus efectos (adaptación). En todos los casos, estas posiciones implican un deseo de compromiso cívico, una responsabilidad social que escapa a la lógica del mercado sin basarse en la regulación estatal del comercio. (129). La lógica de la rentabilidad económica se está borrando a favor de una lógica de utilidad social.
En varias ocasiones se recuerda que la esfera económica no se limita a la de los flujos financieros, que hay actividades que son la producción y el intercambio sin la mediación de la moneda (en particular, señala la autora, la esfera doméstica proporcionada principalmente y de forma gratuita por las mujeres). En este sentido, la economía solidaria renueva el uso del dinero, creando inversiones éticas, monedas sociales, zonas francas, etc. Se trata de limitar el dinero a su función de intercambio inverso de la absurda financiarización que está poniendo en peligro el equilibrio económico y humano en estos momentos…. La economía solidaria es más que real, ya que recompone los vínculos entre los órdenes político, económico y simbólico, y si su peso económico es todavía muy bajo, su poder para demostrar su capacidad de dar sentido a los intercambios humanos es, sin duda, esencial.
El capítulo 7 sobre el lugar de la economía solidaria en Europa padece de una actualización de su evolución reciente. Si la conclusión sobre el desglose de la visión europea es pertinente, los autores deberían haber revisado sus referencias. Así, se considera que RIPESS Europe está a punto de formalizarse, mientras que la red existe desde hace 7 años y acompañó el inicio de la evolución en Grecia, en los países del Este y del Norte de Europa, donde la economía solidaria no estaba estructurada. Reúne a redes de 17 países europeos, algunos de los cuales están liderando grupos extendidos a sus regiones, como Finlandia para Escandinavia o Croacia para los Balcanes.
Del mismo modo, la supuesta falta de vinculación con los movimientos sociales se ve negada por toda una serie de convergencias en las que están implicadas tanto las redes nacionales como las europeas. De manera similar, a nivel internacional, la ESS existe en muchas formas y títulos en todos los países con transmisiones de modelos de un continente a otro (amaps y CSAs inspirados en el tekei japonés, empresas argentinas recuperadas sirven de moedlos para las recuperadas en Europa, incubadoras de empresas brasileñas aclimatadas en Europa). Además, el grupo de trabajo de la ONU dedica parte de su trabajo a la ESS, la OIT reconoce que la economía solidaria tiene un papel que desempeñar en el mantenimiento de la cantidad y la calidad del empleo y le dedica parte de su academia
He aquí el limite de este ejercicio. La teoría tiene como vocación lo de viajar relativamente bien en el tiempo, pero la historia del desarrollo cambia por definición con el tiempo. Mientras que la economía solidaria sigue siendo a menudo una economía de supervivencia, vemos cada vez más empresas que funcionan bien, que pagan bien a sus miembros y que mantienen al mismo tiempo una gobernanza democrática. No se trata de una economía de servicios y los principios fundamentales no representan una desventaja para la creación de empresas industriales, aunque evidentemente no se trata de crear una industria armamentística!!!!. Como señalan los autores, la economía solidaria representa un nuevo modelo de desarrollo y basta con identificar las iniciativas que se multiplican en los países del Sur para verlo.
No comentaremos aquí el capítulo sobre los puntos fuertes y débiles de la economía solidaria, ya que, una vez más, el capítulo adolece de una falta de actualización, sobre todo porque las líneas se han movido entre los partidarios y los detractores de la ESS. Así, la reflexión sobre el decrecimiento impregna a los actores de la economía solidaria que, en algunos casos, lo han practicado sin reivindicarse de esta ideología. De este modo, el cambio de imaginario que Latouche tanto aprecia está integrado en el discurso actual de la ESS. Del mismo modo, la economía de las convenciones no está tan alejada de la evolución de la ESS. En este punto, distinguiremos las “disputas teóricas” de las evoluciones sobre el terreno que, por definición, siempre están adelantadas, ya que la teoría es redefinir lo real en continua evolución, gracias, por lo cierto, al efecto espejo de los conceptos.
El libro termina con un elogio de la deliberación, para la cual la economía solidaria sería una punta de lanza que introduciría en el juego social tanto un cuestionamiento de los fundamentos de la ciencia económica que pone el mercado “hors sol” con lógicas ajenas a cualquier consideración acerca de los seres humanos y sus territorios de vida. Oponiendo a Hayek, el teórico ultraliberal a Mauss y su ensayo sobre el don, los autores afirman que las leyes del mercado son una ficción mantenida para justificar los abusos cometidos en su nombre, mientras que la economía es el resultado de decisiones humanas orientadas. La teoría deliberativa considera que cuando se trata de asuntos comunes, los ciudadanos se forman sus opiniones y deseos en la discusión colectiva y que el interés general resultante es el producto de una deliberación colectiva que permite llegar a un consenso sobre el mejor argumento.
Las comunidades de trabajo en busca de nuevas formas de tomar decisiones inventan métodos de consulta de forma horizontal que, a menos que se aborde la difícil cuestión de la igualdad en la capacidad de comunicación, utilizan modos relacionales que ofrecen al menos la oportunidad de acceder a la información necesaria para la toma de decisiones, lo que permite que las decisiones generen una verdadera dinámica de inversión de las partes interesadas en el logro de los objetivos.
Liberarse de la dictadura del mercado y someter los mercados a leyes democráticas es, en última instancia, el objetivo central de la economía solidaria, objetivo ampliamente compartido por muchos movimientos sociales, ya sean ecologistas, anticolonialistas, feministas o autogestionarios. Por eso, la economía solidaria está configurando un futuro propicio para la emancipación.
Por lo tanto, el manual de la otra economía debe ponerse en manos de todos, de los conversos, de los actores de su desarrollo, de lxs ciudadanxs que no tienen ni idea de lo que significa el término e incluso de aquellos de sus contendientes que podrían eventualmente revisar su juicio. Cabe señalar que cuenta con un glosario útil para descifrar los términos técnicos utilizados y una lista de iniciativas, algunas de las cuales han desaparecido y otras más recientes que deberían aparecer, pero en la era de las redes sociales y de la cartografía electrónica, estos avances pueden seguirse en sitios específicos como el sitio web de RIPESS, socioeco.org.
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Eric Dacheux, Daniel Goujon
Principes d’économie solidaire.Manuel de l’autre économie
Ellipses Marketing 2ª edición 24 Julio 2018
Precio de edición: 26€00
Páginas: 252
Isbn : 9782340027275