Artículo de Andrea Rodroguez, RIPESS Europa

A día de hoy, el suicidio es la segunda causa de mortalidad entre los jóvenes en Europa y nueve millones de adolescentes de entre 15 y 19 años en Europa sufre un problema de salud mental: La ansiedad y la depresión constituyen más de la mitad de los casos (fuente). Este problema, se ha agravado enormemente tras la pandemia de la COVID -19 que ha construido un escenario de fondo de incertidumbres para los y las jóvenes al abrir un abanico de precariedad laboral, falta de perspectiva, cambio climático…

El sistema económico actual es el mayor lastre desencadenante de este tipo de problemas; un sistema capitalista que de por sí genera explotación y precariedad, que promueve una sociedad consumista e individualista en la que hay que buscar la felicidad constante –lo que está muy vinculado al uso de redes sociales por parte de los y las jóvenes–. También habría que añadir que estos problemas de salud mental tienen una vertiente social y no sólo son decisiones personales, el sesgo de clase existe en todo el estado de salud mental, empezando porque en muchos casos explica las causas de los mismos y terminando porque implica que haya gente que no pueda permitirse ir al psicólogo, empezar una terapia etc.

Sin duda, además del sesgo de clase, habría que añadir un componente de género así como pertinencia al colectivo LGTBIQ+ como elementos que interseccionan en las cuestiones de salud mental.

SALUD MENTAL DESATENDIDA:

Teniendo en cuenta estas cifras, es importante mencionar que los Estados de la Unión europea no invierten lo suficiente en Salud mental, hay una falta de planificación, recursos y financiación en estos ámbitos, pero sobre todo, un fuerte silencio y estigma hacia estos temas que muchas de las veces son considerados tabú, lo que hace que la mayoría de personas no sepan cómo actuar.

Es imperativo cambiar las tornas, generar cauces de información sobre salud mental y hacer presión a las instituciones políticas para que inviertan y creen un sistema accesible para todos y todas que esté basado en el acompañamiento y el apoyo mutuo y no tanto en el estigma y la patologización o medicalización.

Aunque la pandemia haya sido el detonante que haya hecho aumentar los casos de salud mental, simplemente es la punta del iceberg de un problema bastante arraigado en nuestras sociedades.

CONTRIBUCIONES DE LA ECONOMÍA SOCIAL Y SOLIDARIA:

Como se menciona al principio, el sistema económico actual es el principal generador de los problemas de salud mental de nuestros y nuestras jóvenes. A través de los circuitos de la ESS se promueve una economía que pone los cuidados en el centro, lo que cambia radicalmente el panorama. Además, los proyectos e iniciativas de la Economía Social y Solidaria, generan un fuerte aporte a la salud comunitaria. Dicho de otra forma, la ESS es una aportación para la construcción colectiva del concepto de cuidado de la salud y crea ambientes de trabajo más saludable e inclusivos.

No obstante, las organizaciones de ESS tienen que seguir promoviendo la integración de los y las más vulnerables en sus entornos de trabajo y proyectos

Enlaces de interés: https://eymh.org/