Traducción del artículo en italiano “Il cibo buono fa bene all’Europa” de Manlio Masucci, en Comune.info, 6 de mayo 2019
Una política agrícola común centrada en la calidad de los alimentos, la agroecología y los derechos sociales de los trabajadores puede relanzar la UE en crisis. dice Olivier De Shutter, presidente de Ipes-Food.
Una política agrícola común podría contribuir de forma decisiva al desarrollo de sistemas alimentarios sostenibles y al relanzamiento del proyecto de integración de la UE. Una propuesta ambiciosa, destinada a hacer frente a los numerosos retos que caracterizan al sector: desde la comida chatarra de bajo coste que inunda nuestros mercados hasta la nueva generación de tratados comerciales, desde la ilegalidad generalizada hasta la explotación de los trabajadores o el sistema de subvenciones públicas que facilitan la producción masiva estandarizada a gran escala. Hemos preguntado a Olivier De Shutter, copresidente de Ipes-Food, antiguo Comisario Especial de las Naciones Unidas para el Derecho a la Alimentación y actual miembro del Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de las Naciones Unidas, cómo abordar estos problemas en un momento en el que la confianza de lxs ciudadanxs en la UE parece estar en su punto más bajo de todos los tiempos.
De Shutter, lxs ciudadanxs se ven acosadxs por la crisis económica y a menudo eligen ahorrar dinero comprando alimentos de mala calidad a bajo costo. ¿Cómo convencerlxs de que esta no es la mejor solución? La solución no es simplemente decirle a la gente que coma alimentos más sanos. Tenemos que hacer que la opción de salud sea más fácil para todos, especialmente para los grupos de bajos ingresos. Esto significa utilizar una serie de herramientas – planificación urbana, incentivos fiscales (por ejemplo, impuestos sobre las bebidas azucaradas o IVA cero sobre las frutas y hortalizas) y contratación pública – para crear entornos alimentarios saludables. Necesitamos una red de seguridad social adecuada. Las calorías baratas ya no pueden sustituir a las políticas sociales, que deben reconstruirse y rediseñarse para abordar las causas profundas de la pobreza y promover el acceso a alimentos saludables para todos. Europa está aprobando nuevos tratados comerciales que abren la puerta a oleadas de comida basura que alimentan a sistemas de producción insostenibles. ¿Cuál es su posición? El modelo empresarial de la UE promueve el comercio de bienes en volúmenes cada vez mayores, a pesar de las contradicciones con los objetivos de salud y sostenibilidad. Por ejemplo, el TLC con Japón se basa en el aumento de las oportunidades de exportación en los sectores de la carne y lácteo de altas emisiones. En pocas palabras, la UE y sus Estados miembros deben replantearse completamente este modelo.
El informe apoya la necesidad de restablecer la confianza en la UE. ¿Podría una nueva política alimentaria ser el vehículo para relanzar el proyecto europeo? La alimentación es una fuente de gran preocupación para lxs ciudadanxs. Actuando en este ámbito y respondiendo a lo que lxs ciudadanxs quieren -alimentos sanos, sostenibles y producidos localmente-, la UE puede afirmar su relevancia e importancia. La idea de una política alimentaria es intrínsecamente más democrática que las políticas sectoriales actuales. Al cambiar el enfoque de la agricultura a la alimentación, una gama más amplia de partes interesadas puede participar significativamente en el diseño y la evaluación de políticas. ¿Cómo puede una nueva política alimentaria beneficiar a lxs trabajadores del sector? En Italia existe el fenómeno de lxs inmigrantes obligadxs a trabajar en el campo en condiciones de esclavitud similares. ¿Cómo hacer frente a la ilegalidad generalizada? Los actores más poderosos del sector alimentario son capaces de ejercer presión sobre los salarios y las condiciones de trabajo. El costo de esto es soportado por lxs trabajadores agrícolas, el personal de comida rápida y el personal de reparto. Esto está ocurriendo en la UE y en todo el mundo.
Una política alimentaria común abordaría este problema en tres frentes. En primer lugar, además de aplicar la diligencia debida a los importadores de alimentos, aceleraría las reformas que ya se están llevando a cabo a nivel europeo para acabar con las prácticas comerciales desleales y los abusos del poder de compra en las cadenas de suministro. En segundo lugar, obligaría a los operadores a revelar los costes reales de la producción de alimentos, lo que permitiría hacer visibles los efectos negativos sobre el bienestar de los trabajadores. En tercer lugar, una política alimentaria común reorientaría las políticas de la UE en apoyo del sistema alimentario alternativo y de las iniciativas de la cadena de suministro a corto plazo para garantizar unos ingresos justos para los agricultores y los trabajadores del sector alimentario. En Italia, el 15% de la superficie cultivada es orgánica, pero alrededor del 97% de los incentivos públicos se destinan a la agricultura convencional. También estamos muy por encima de la media europea de consumo de plaguicidas. ¿Podría una política común ayudar a mejorar esta situación? Una política alimentaria común reduciría la exposición a plaguicidas y productos químicos peligrosos mediante el uso de diversos instrumentos políticos, con una ambición cada vez mayor a lo largo del tiempo. Las medidas para reforzar la vocación medioambiental de la PAC se combinarían con las medidas necesarias para desarrollar sistemas agroecológicos diversificados y de bajos insumos a través de la investigación, una mejor vigilancia del suelo y la adopción de medidas enérgicas contra los alteradores endocrinos (SAE) en los envases de los alimentos. Con regulaciones más estrictas, y demostrando los beneficios de las alternativas agroecológicas, la UE ya no sería rehén de las soluciones a corto plazo. Por lo tanto, a largo plazo, la UE podría eliminar gradualmente el uso sistemático de plaguicidas nocivos como el glifosato.
Lxs italianxs jóvenes están mirando con creciente interés la tierra en busca de oportunidades de empleo, mientras que los mercados de agricultores están creciendo incluso en las grandes ciudades. ¿Cómo puede una política alimentaria común apoyar este proceso? La construcción de cadenas de suministro más cortas y justas es uno de los cinco objetivos clave de una política alimentaria común. Ya existen herramientas para apoyar las ventas directas y las cadenas de suministro cortas (por ejemplo, en el desarrollo rural), pero rara vez son adoptadas por los Estados miembros y se aplican de forma deficiente. En el marco de una política alimentaria común, se asignarían más fondos a estas iniciativas y a las estructuras locales para apoyarlas, por ejemplo, mediante consejos locales de política alimentaria y políticas alimentarias urbanas. Los Estados miembros estarían obligados a desarrollar estrategias coherentes para apoyar las cadenas de suministro cortas y las iniciativas territoriales. También se redefinirán los instrumentos de apoyo de la UE para que sean más accesibles a los pequeños agricultores y a las iniciativas alimentarias locales.