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No es casualidad que el lema adoptado por la FIDH en el momento de su creación fuera “La paz a través de los derechos humanos”, porque tras la Primera Guerra Mundial, Europa estaba devastada y conmocionada. Por iniciativa de la Ligue des droits de l’Homme francesa y la Bund Neues Vaterland alemana, una quincena de organizaciones nacionales se reunieron en París para fundar la FIDH, con el fin de promover la paz a través del derecho y la cooperación entre países para que no se repitan las atrocidades de la Primera Guerra Mundial.
Estas organizaciones fundadoras, junto con Francia y Alemania, procedían de Armenia, Bélgica, Bulgaria, China, Dinamarca, Grecia, Noruega, Polonia, Portugal, Rusia, España, Suecia y Suiza.
Esta cooperación entre sus organizaciones miembros es posible gracias al modelo federativo de la FIDH. Siendo la cooperación y la solidaridad el centro de su modo de funcionamiento, la FIDH, adelantada a su tiempo, consiguió logros notables durante sus primeros cien años de existencia. En 1927 solicitó una Declaración Mundial de Derechos Humanos y un Tribunal Penal Internacional permanente. Estas campañas dieron finalmente sus frutos con la adopción de la Declaración Universal de los Derechos Humanos por parte de la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1948 y la creación del Tribunal Penal Internacional en 1998.
A lo largo de las décadas, la FIDH se fortaleció cuando las organizaciones africanas de derechos humanos se unieron a la Federación en los años 70, como la Liga Tunecina de Derechos Humanos en 1978, tras la descolonización y la independencia. La FIDH ha seguido creciendo, contando con 178 organizaciones miembros en 2010, y nada menos que 192 organizaciones de 117 países en la actualidad.
Una y otra vez, la necesidad de cooperación y solidaridad demostró ser una necesidad absoluta a lo largo de los años. En los emblemáticos juicios por los disturbios de Poznań, en Polonia, la FIDH denunció los abusos del régimen comunista, que ejercía una violenta represión contra los manifestantes pacíficos que reclamaban mejores salarios. La FIDH volvió a estar presente para documentar los crímenes de las dictaduras de toda América Latina en las décadas de 1960 y 1970 y para participar en los juicios. Acompañando a las víctimas de crímenes de guerra y de crímenes contra la humanidad y litigando en casos como el genocidio de Ruanda en 1994, las atrocidades perpetradas por los Jemeres Rojos entre 1975 y 1979, y los crímenes cometidos por el régimen de Bashar El Assad en Siria, la FIDH sigue decididamente comprometida con su filosofía federativa y su lema.
Este modelo no sólo promueve y defiende los derechos humanos en todo el mundo, también es una garantía para las personas defensoras de derechos humanos de todo el mundo que no se enfrentan solas a los regímenes autoritarios y a las amenazas. Cada vez que un persona defensora es amenazada, detenida arbitrariamente, acosada judicialmente, torturada o desaparecida por la fuerza, la FIDH lleva a cabo actividades de promoción, sensibilización, e investigación de los abusos y asistencia jurídica.
El reciente caso de Salah Hammouri, abogado palestino y defensor de derechos humanos, es un ejemplo de cómo la naturaleza federativa de la FIDH los apoya globalmente proporcionándoles asistencia jurídica: la organización presentó una denuncia contra NSO Group, que se infiltró en el teléfono de Hammouri con su programa espía Pegasus, y recientemente presentó una nueva comunicación ante la Corte Penal Internacionaldetallando el acoso de las autoridades israelíes que ha estado soportando durante años.
Este crecimiento permite a la FIDH denunciar los crímenes de las dictaduras, documentarlos y garantizar que no queden impunes. También es una fuerza que garantiza a las personas defensoras de derechos humanos del mundo entero que serán defendidas de los regímenes autoritarios. Del mismo modo, la FIDH defiende a sus organizaciones miembros cuando son amenazadas y se les impide llevar a cabo sus actividades. En Belarús, por ejemplo, las autoridades cerraron 275 organizaciones de derechos humanossolo en 2021 y encarcelaron arbitrariamente a siete personas defensoras de derechos humanosde la organización miembro de la FIDH, Viasna, en 2020. La FIDH ha trabajado activamente para liberar a los miembros de Viasna, defender el trabajo esencial de la organización y denunciar el régimen represivo de Belarús.
Como sabemos muy bien, los derechos humanos nunca deben darse por sentados y son muchísimos los retos que nos esperan en el próximo siglo. Si la FIDH ha sido capaz de liderar un siglo de luchas gracias a la solidaridad, a la cooperación y a su modelo federativo, este nuevo siglo que comienza debe ver el triunfo de la universalidad de los derechos, de los nuevos derechos y de su efectividad.
¡Nos vemos en el 2122!