Por Júlia Martí, miembro de OMAL (Observatorio de las Multinacionales en América Latina) y redactora web de Viento Sur.
Han tenido que pasar casi 50 años desde la publicación del informe Los límites del crecimiento para que la consciencia sobre la emergencia climática se haga hueco en la opinión pública y se empiece a tomar en serio el debate sobre cómo responder a la crisis ecológica. Pero no todas las propuestas para hacer frente al cambio climático y al agotamiento de recursos van a la raíz de la cuestión: la imposibilidad de desacoplar el crecimiento material de la economía del crecimiento del PIB. Es decir, la dificultad de responder a la emergencia ecológica sin salir del marco capitalista del crecimiento ilimitado. Asimismo, no todas las propuestas plantean horizontes de transición justa, en los que el decrecimiento material de la economía vaya unido al reparto de la riqueza y los trabajos, a la devolución de la deuda ecológica contraída con los países del sur o a una democratización de todos los procesos socioeconómicos.
En este marco, incorporar la mirada ecofeminista al debate sobre la transición ecosocialista nos puede permitir asumir el carácter multidimensional de la crisis, la necesidad de plantear transformaciones profundas desde varios ámbitos y la importancia de impulsarla desde una multiplicidad de sujetos y esferas políticas.
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