Por Jason Nardi, Ripess Europa

El 9 de diciembre de 2021, la Comisión Europea adoptó un nuevo plan de acción sobre la economía social, junto con otras medidas muy importantes que pretenden situar la economía social en el centro de un nuevo modelo de «Europa social y productiva» para la próxima década. La economía social -tal como la definen las instituciones de la UE- incluye casi tres millones de organizaciones que emplean a 13,6 millones de personas, articuladas en formas muy diferentes, como cooperativas, empresas sociales, fundaciones, asociaciones, sociedades de beneficencia, empresas sociales unidas por algunos elementos distintivos: la prevalencia de la finalidad y la utilidad social sobre el beneficio, la reinversión de los beneficios o parte de ellos en actividades de interés colectivo o general y sistemas de gobernanza abiertos y participativos. Cubren un abanico diverso y muy amplio de sectores económicos y ya es hora de tener un reconocimiento común en todo el continente europeo.

Pero, ¿el plan promueve y apoya realmente una Economía Social y Solidaria con un fuerte potencial transformador para cambiar la economía dirigida por el mercado y el crecimiento en algo diferente o es sólo una forma de apoyo colateral a un tercer sector, a empresas sociales o más responsables, con algún tinte social y verde?

La Comisión propone actuar en tres ámbitos: Crear las condiciones adecuadas para que la economía social prospere, abrir oportunidades para que las organizaciones de la economía social se pongan en marcha y se amplíen y asegurarse de que la economía social y su potencial sean reconocidos.

El Plan de Acción de la Economía Social podría trazar un giro político importante en términos de nuevas formas de fiscalidad, vías facilitadas en el sistema de ayudas estatales, apoyo financiero, esquemas innovadores de contratación y compra pública (aunque no tan ambiciosos y solidarios como esperábamos), homogeneización de los modelos de empresa y el marco legislativo entre los estados miembros.

Pero las potenciales implicaciones políticas de la iniciativa pueden captarse sobre todo poniendo en común todo el conjunto de iniciativas que la Comisión ha ido tomando en los últimos meses, desde el reconocimiento de la ESS y la «Economía de Proximidad» entre los catorce clusters industriales sobre los que se asienta el «renacimiento industrial» y la consiguiente publicación de la «Ruta de Transición, para ayudar a las transiciones verde y digital de la economía social en diálogo con las autoridades públicas y las partes interesadas. La Comisión solicita la opinión del público sobre la ruta de transición a través de una encuesta de la UE abierta hasta el 28 de febrero de 2022″.

Además, la Directiva sobre trabajadores de plataformas (gig economy) aprobada recientemente, la iniciativa sobre Clusters de Innovación Social y especialmente la Ley de Gobernanza de Datos con la que, entre otras muchas cosas, la Comisión introduce el principio de altruismo de datos y establece cooperativas de datos, reconociendo la importancia de los principios y organizaciones sociales en la buena y correcta gestión de los datos como bien común.

Aunque todavía tenemos que analizar más a fondo todos estos elementos, empezando por el propio Plan de Acción de la Economía Social… podemos decir sin duda que el hecho de que la Comisión Europea haya reunido todo un conjunto de elementos para una estrategia de promoción de la Economía Social (aunque preferiríamos el uso de la ahora internacionalizada Economía Social y Solidaria -ampliamente utilizada por las Naciones Unidas y muchas otras instituciones internacionales)- es un gran paso adelante. Sin embargo, la ambición de integrar los principios de la ESS en el conjunto de la economía debe seguir siendo fundamental y debe contemplar también la acción exterior de la UE, incluyendo cómo la diplomacia comercial y económica de la UE podría cambiar en la misma dirección, empezando por las normas de la Competencia y la nueva Política Agrícola Común, que -con pocas excepciones- van en dirección contraria. Y en muchos casos, la traducción de la Europa de la Próxima Generación en los Planes Nacionales de Recuperación y Resiliencia es lo de siempre. Si algo debe enseñarnos la crisis de Covid-19 (y también la climática y la financiera…) es que ya no podemos seguir de la misma manera, se acabó el tiempo.

La próxima cita importante es la conferencia Economía Social, Futuro de Europa en Estrasburgo (17 y 18 de febrero de 2022), organizada por la CE bajo la presidencia francesa de la UE. Es importante que hagamos oír nuestra voz y participemos (en línea y presencialmente) en aportando la experiencia y las expectativas del movimiento de la ESS.