Artículo de Andrea Echeverría, Ripess Intercontinental
Entiende el lenguaje de la humanidad, del corazón, y con sonrisas, castellano y hablando con las manos se entendía para llegar a cualquier lado y hasta en un pueblito a las afueras de Dakar, en Senegal.
Allí fue donde conocimos a Ernestina. Es una mujer menuda, atlética, atenta y observadora. Es calmada y segura, escucha antes de hablar, con los oídos, pero también con el corazón, y estaba más que emocionada de venir a África, la tierra de sus ancestrxs, de donde salieron para ser esclavizadxs en AvyaYala hace muchos, pero no tantos años.
En Lima, Perú, donde vive junto con su familia y su querida comunidad, Ernestina colabora desde hace años en escuela de lideresas y de empoderamiento político que el Instituto de Promoción y Formación de Trabajadoras del Hogar – IPROFOTH mantiene con el trabajo autogestionado de las mismas trabajadoras. Ésta es una plataforma con más de 40 años de experiencia en el apoyo a lxs trabajadorxs del hogar en Perú y que forma parte de otras redes de posicionamiento e incidencia política de las trabajadorxs del hogar a nivel internacional. Una de ellas es WSM, con quien Ripess trabaja mano a mano a través de la Red INSP!R, plataforma en defensa de la protección social universal para lxs trabajadorxs de todo el mundo y sobre todo en el sur global. Las trabajadoras del hogar forman una gran comunidad internacional que cada vez más aboga de manera organizada por unos derechos que les han sido denegados a lo largo de la historia debido a una tradición de desprecio al trabajo de cuidados en todo el mundo arrastrada durante siglos por el patriarcado y la idea de que limpiar, cocinar, parir, cuidar… No es trabajo.
Ernestina y estas trabajadoras que forman parte de IPROFOTH se organizan para capacitarse unas a otras en el conocimiento de sus derechos, apoyarse cuando precisan de ayuda con sus pequeñxs, crean iniciativas de autoempleo a las que quieren incluir el prisma de la Economía Social Solidaria; o aportan en la incidencia política en demanda de la ampliación y aplicación de sus derechos que hasta hace poco permanecían en el ámbito doméstico. Este concepto, lo doméstico, lo saca mucho a relucir Ernestina cuando se hace la traducción a otros idiomas: ‘En Perú y Latino América no somos trabajadoras domésticas, porque no estamos domesticadas’. Se quieren salir de esa acepción que en otras partes del mundo se sigue utilizando porque ellas no están domesticadas.
Ernestina lleva esa fuerza del colectivo en su corazón de leonesa africana. Con sus palabras nos inspira a crear mundos mejores y con sus actos, que incluyen poner cuerpo durante las fuertes revueltas peruanas despidiéndose de sus hijos sin saber si volvería; nos hace creer que el mundo puede ser un lugar mejor. Más humano, más solidario.