por Antonis Vorloou | Gobierno griego – Thomson reuters Foundations News – Martes 18 de septiembre de 2018

Los consumidores griegos, cargados de deudas, se han visto obligados a elegir productos baratos, pero con la mejora de la economía, ¿comprarán  “social”?

Décadas de capitalismo de amigos y de eludir los reglamentos, han dejado la productividad griega paralizada, erosionado la confianza entre el Estado y lxs ciudadanxs y -lo que es más preocupante- todo el mundo ha puesto el “interés propio” por encima de todo.

La crisis de la deuda de 2009 reveló de la manera más chocante las deficiencias del “sistema”, con un aumento sin precedentes del desempleo (28% en 2013) y una reducción del poder adquisitivo de más del 25%.

En muchos países se ha propuesto con éxito una economía social como alternativa a la economía de mercado, pero en Grecia se introdujo por primera vez durante los primeros años de la crisis y se consideró en su mayor parte como una herramienta política para frenar el creciente desempleo.

Algunos también tenían la controvertida expectativa de que podría ser una forma de reducir el sector público mediante la subcontratación a empresas sociales.

Las perspectivas económicas fueron especialmente preocupantes durante el período de las medidas de alivio de la deuda de la zona euro para Grecia, debido a la contracción de la demanda provocada por la disminución del poder adquisitivo.

En un entorno de este tipo, la ventaja competitiva reside en la empresa que puede reducir costes y precios, y no en la que integra una prima social en sus productos.

Para que esta nueva forma de hacer negocios tenga éxito, son esenciales dos ingredientes: un entorno propicio y una cultura de contribución a la sociedad.

En una economía en crecimiento, ayudada por medidas políticas, una economía social puede prosperar y ser considerada como un empleador de elección, dada la recompensa de hacer algo bueno y valioso para la sociedad.

Rapidamente hasta el día de hoy. Después del bailout, el desempleo ha caído por debajo del 20%, el salario mínimo está aumentando y un aire de normalidad está volviendo a la economía.

La capacidad de los trabajadores para elegir a su empleador está aumentando y el poder adquisitivo de los consumidores está aumentando, lo que les da la oportunidad de elegir no sólo el producto más barato, sino también uno que tiene un valor añadido social.

El gobierno griego, que considera la Economía Social y Solidaria como el nuevo paradigma para alinear los intereses del mercado con los de la sociedad, ha introducido un nuevo marco legal para las empresas sociales en 2016.

Con ello se amplió la definición anterior de entidades de Economía Social y Solidaria más allá de las Empresas Sociales Cooperativas, que se introdujeron por primera vez en 2011 y que incluyen a las Cooperativas de Trabajo -una nueva forma jurídica-, así como a todos los demás tipos de entidades que tienen una finalidad social, una gobernanza democrática y una distribución limitada de los beneficios.

Esto ha dado un impulso al sector que incluye a más de mil organizaciones, la mitad de ellas creadas en los últimos 18 meses, con una facturación conjunta de más de 10 millones de euros y más de mil trabajadores, además de la movilización de numerosos voluntarios.

Para reforzar este dinamismo, también se ha puesto en marcha un ambicioso plan para proporcionar un entorno de apoyo al desarrollo de los agentes de la economía social y solidaria, tanto nuevos como ya existentes.

El plan, que cuenta con un presupuesto de más de 170 millones de euros para los próximos cinco años, incluye servicios de desarrollo empresarial, apoyo financiero a través de subvenciones y préstamos estatales y multitud de acciones de difusión.

Por otra parte, la creación de una cultura de dar y crear confianza requiere un enfoque más sutil y sistemático. Se están realizando esfuerzos con ese fin para movilizar las fuerzas sociales latentes a fin de que este tipo de mentalidad se haga visible y, en última instancia, se convierta en una corriente dominante.

Esto incluye la promoción de la medición del impacto social, así como la cooperación con organizaciones internacionales del sector -como RIPESS- para identificar e implementar acciones nuevas e innovadoras.

La Economía Social y Solidaria en Grecia es todavía joven, pero con el impulso que le darán las políticas gubernamentales, junto con la mejora de las perspectivas económicas tras el bailout, tiene el potencial de crear una nueva forma de hacer negocios que esté alineada con los intereses de la mayoría.

Antonis Vorloou es el Secretario Especial de la Ley de Economía Social y Solidaria que reconoce diferentes tipos de empresas sociales en Grecia.