¿Qué es una pandemia? Una epidemia que es altamente peligrosa y se está desarrollando a escala mundial. En efecto, el coronavirus se ha extendido por todo el mundo y ha puesto de manifiesto los peligros de una globalización no regulada, basada en los salarios más bajos, que incita a las empresas a trasladar su producción a países con salarios bajos, lo que, además de la indignidad del proceso, entraña el riesgo de graves restricciones en cuanto se interrumpe el flujo de mercancías y amenaza a las industrias localizadas. El abrupto cese del turismo pone de relieve, por el contrario, el daño que hace a los equilibrios ecológicos. El confinamiento ha obligado a las poblaciones, al reducir su movilidad, a volver a hacer sus compras en las proximidades, aunque, con la ayuda de Internet, el uso de las empresas de distribución ha consolidado su supremacía. Pero este cese de las anteriores formas de consumo y producción ha demostrado que muchas de ellas no eran esenciales o incluso útiles, y esto más allá del círculo de activistas convencidos. La pandemia ha revelado paradójicamente nuestra interdependencia al forzar el cierre de las fronteras para preservar a cada nación de un empeoramiento de la pandemia. El cierre de las economías debido a la contención anuncia una crisis económica sin precedentes si los gobiernos (políticos y económicos) quieren “recuperar el tiempo perdido” y restablecer los niveles de beneficios, o incluso desregular las condiciones de trabajo.
Sin embargo, desde el comienzo de la pandemia se han establecido cadenas de solidaridad y han abundado las reuniones virtuales para llevar a cabo una reflexión colectiva sobre el “post-Covid 19”. En el plano internacional, RIPESS Intercontinental facilitó una serie de seminarios en la web en tres idiomas organizados por sus miembros y publicó un texto en el que se recordaba que la globalización de la solidaridad es la respuesta que necesitamos ahora.
Hay una tendencia a unir fuerzas, porque está claro que hay un tira y afloja entre los que apoyan el retorno a la “normalidad” y los que rechazan este retorno a lo “anormal”. La mayor dificultad es oponerse de manera firme y eficaz sin provocar un derramamiento de sangre porque la reacción dispone de la fuerza militar y las recientes movilizaciones que han hecho arder las calles de muchos países de todos los continentes con una represión más o menos feroz. También hay muchos llamados a organizarse colectivamente para que se reconozcan las virtudes de la economía solidaria para responder a los desafíos que se nos presentan. En este boletín se enumeran algunas de estas propuestas. Entre los que no reproducimos pero que puedes encontrar siguiendo los enlaces: Un manifiesto firmado por más de 3114 investigadores (según el último recuento) de 600 universidades de todo el mundo pide que se saquen lecciones de la crisis sanitaria, social y económica sin precedentes que sufre la humanidad desde hace más de dos meses y que los políticos actúen ahora. Inmediatamente. Su título: “Trabajo: democratizar, demarcar, descontaminar“.
En Francia, un grupo que incluye a dos antiguos miembros del Consejo Nacional de la Resistencia pide la creación de un Comité Nacional de la Nueva Resistencia (CNNR), recordando lo que se creó justo después de la guerra para un nuevo pacto social. En Bélgica, el Consejo Regional de la Transición reúne a 70 asociaciones que desean avanzar en las soluciones del futuro. Esta reseña no es exhaustiva, podemos encontrar otras en este boletín y en el sitio web no duden en informarnos sobre las movilizaciones que se están llevando a cabo en este sentido en sus países.
El Foro Social Mundial de las Economías Transformadoras, previsto originalmente para junio en Barcelona, ha sido aplazado, pero mientras tanto se organizará una versión virtual para dar a conocer las alternativas que existen al sistema capitalista, así como para construir otras nuevas.
Muchas reuniones virtuales están planeadas mientras se espera que el desconfinancinamiento llegue a su fin. Los publicamos en nuestras páginas de Facebook & Twitter siempre que estamos informadxs.
Tenemos enormes desafíos en los años venideros. Más que nunca, la solidaridad será el pegamento que dará fuerza y coherencia a lo que emprendamos colectivamente. Es gratificante ver el número de aquellas y aquellos que quieren arremangarse.
Por Josette Combes